Soy fundadora de NICA y no conozco Nicaragua personalmente, pero es tal la relación que tengo con ella, que quiero contároslo en unas pocas palabras.
No hubiera pensado en mi vida que fuese a ayudar a crear una ONG hasta que un día, de hace casi 20 años, todo cambió.
La hija de unos amigos y la mía iban juntas a una escuela de tiempo libre, donde oímos que un sacerdote había estado dando una charla en la que, además de contar su experiencia en Nicaragua, solicitaba ayuda para pagar el sueldo de cuatro profesores de un colegio de allí.
Una semana más tarde, viendo que Esther y Clarita llevaban su dinero y nadie lo recogía, reclamamos, y el responsable dijo que nos encargáramos nosotros. En ese instante mi marido y yo nos miramos y dijimos: ADELANTE. Josito, que es todo un entusiasta, añadió: “Es más, vamos a crear una ONG.”
Nuestro amigo Fernando, que casualmente estaba en Nicaragua trabajando, se entrevistó con la directora del Colegio Solidaridad y el P. Manuel, pudiendo comprobar las necesidades en directo.
Desde ese momento comenzamos con nuestros queridos amigos las reuniones NICA: alegres, divertidas, entrañables…
Así se cumplió una de mis frases favoritas “para entusiasmar, hay que entusiasmarse». Y nosotros, lo estábamos.
De los diez amigos que nos juntamos, cada uno fue haciendo lo que mejor creíamos que podíamos hacer. Gestiones burocráticas, tesorería, captación de socios, eventos… Casi siempre todos hacíamos de todo, pero además íbamos a las reuniones con los “hijos a cuestas.”
Algo que nunca imaginamos es que esto de ir “con los hijos a cuestas” nos iba a dar la satisfacción tan grande a la que estamos llegando con los años.
A medida que crecían, iban enterándose mejor de la existencia de NICA. Formaba parte de sus vidas.
En la fiesta benéfica anual, que celebramos cada año en el mes de noviembre, era un gusto ver como cada uno que cumplía la mayoría de edad, llegaba entusiasmado con sus compañeros de colegio y amigos.
Así pasó, que una fiesta de personas de cierta edad, es ahora la juventud en pleno.
Pero además NICA ha rejuvenecido en todos los aspectos; hemos llegado a poder ceder todas las competencias a los jóvenes. Son ellos ahora los que dirigen, organizan, amplían, y cuidan NICA. Y nosotros, los que disfrutamos viéndolos.
Es una gozada poder ayudar a los niños de Nicaragua, siendo tan felices aquí y llevando todo lo que está en nuestras manos allí.
Estoy contenta por haber tenido esta oportunidad en la vida gracias a todos los que han hecho esto posible: al P. Manuel, a nuestros amigos, y a todas las personas que con el tiempo han ido formando parte de nuestra querida NICA: hijos, yernos, amigos, compañeros, primos, vecinos.
Gracias voluntarios, que renunciáis a unas vacaciones tranquilas para iros a Nicaragua a cuidar de los niños.
Y gracias a estos niños, por daros ese entusiasmo con el que volvéis luego tan enganchados.
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